La relación entre enfermedad cardiaca y diabetes es estrecha. Cuando los niveles glucémicos no están adecuadamente controlados se puede presentar daño cardiovascular: niveles elevados de glucosa en sangre aumentan el riesgo de un infarto al corazón, insuficiencia cardiaca, enfermedad arterial periférica y/o un evento vascular cerebral. Se le reconoce también como cardiopatía diabética a las enfermedades del corazón en personas con diabetes.
De acuerdo con Marisol Olarra, educadora en diabetes de Ultra-Fine™: “Las probabilidades de presentar enfermedad cardiaca aumentan para las personas con diabetes mientras más tiempo vivan con esta condición, sobre todo si ésta no ha sido manejada correctamente. Mantener la diabetes bajo control, de la mano del médico tratante y equipo de profesionales de la salud, es un primer gran paso para prevenir complicaciones a la salud, sobre todo en el tema cardiaco y cardiovascular que puede llegar a ser muy grave”.
Con el tiempo, los niveles altos de azúcar en la sangre pueden dañar los vasos sanguíneos y los nervios que controla el corazón. Las personas con diabetes también tienen más probabilidades de tener otras afecciones que aumentan su riesgo de presentar enfermedad cardiaca:
- La presión arterial alta aumenta la fuerza con que la sangre se mueve por las arterias y puede dañarlas.
- Tener un nivel muy alto de colesterol LDL (“el malo”) en la sangre puede causar la formación de placa y dañar las paredes arteriales.
- Se cree que tener un nivel alto de triglicéridos (un tipo de grasa en la sangre) y bajo de colesterol HDL (“el bueno”) o un nivel alto de colesterol LDL contribuye al endurecimiento de las arterias.
“Un gran problema es que todos estos padecimientos son silenciosos, no causan síntomas, por lo que es muy importante estar en revisión constante, mínimo una vez al año o lo que nuestro médico señale, para poder tomar acciones preventivas y, en todo caso, detectar anomalías oportunamente”, agrega Olarra.
Para mantener la diabetes bajo control, fundamentalmente se requiere de una alimentación saludable y balanceada, activación física, tratamiento farmacológico (ya sean medicamentos orales, aplicaciones de insulina o ambos), e incluso, manejo de las emociones como estrés y ansiedad. “Con educación en diabetes, además de supervisión médica, se puede llegar a ser autosuficiente en el autocuidado, que es uno de los objetivos principales para llevar y conservar una buena calidad de vida”, menciona la educadora.
En el caso de llevar una terapia con insulina, es necesario dominar una técnica de inyección correcta para que el tratamiento sea efectivo y funcione como se espera. Las recomendaciones oficiales implican el uso de agujas ultra finas y cortas (4 mm para plumas de insulina precargada y 6 mm para jeringa convencional) para que la insulina se deposite en el tejido subcutáneo, que es donde debe actuar. También se deben de rotar los sitios de inyección (glúteo, lateral del muslo, abdomen y parte posterior del brazo, NO donde se ponen las vacunas) y no reutilizar las agujas, entre otros lineamientos.
Existen otros factores de riesgo que incrementan las probabilidades de tener enfermedad cardiaca, como el tabaquismo, exceso de bebidas alcohólicas, sobrepeso y/o obesidad, sedentarismo y una alimentción deficiente o poco saludable, por ejemplo, con altos contenidos de grasas saturadas, colesterol, sal, etc. por mencionar los principales.
“Adoptar hábitos saludables en nuestro estilo de vida no sólo ayuda al control y manejo de la diabetes, sino que también contribuye de manera importante a la salud del corazón y nuestro bienestar de forma integral”, puntualiza Olarra.
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