En el fascinante universo de los Habanos, la esencia de cada fumada se encuentra custodiada por un elemento clave: el humidor. Originado del vocablo latino «humidus», que significa húmedo, el término humidor refleja su propósito esencial de mantener un microclima propicio para la preservación de los Habanos.
Aunque Cuba –paraíso tabacalero– cuenta con niveles de humedad naturalmente elevados y los Habanos pueden reposar al aire libre, en otros lugares, la sequedad del aire y la baja humedad pueden ocasionar afecciones irreparables en cuestión de días en ellos. De ahí, que la magia de los humidores artificiales radique en su capacidad para recrear el ambiente adecuado, ya que desde el cómodo estuche de viaje hasta el majestuoso armario para miles de Habanos, es un entorno húmedo que salvaguarda la integridad de estas joyas del tabaco en cualquier parte y/o condiciones climáticas.
La gran mayoría de los tabacos premium, con sus tripas largas enrolladas en hojas de tabaco aún húmedas, exige un cuidado meticuloso para mantener su calidad y sabor originales. La humedad relativa ideal para su conservación es entre 68% y 75%, es decir que la temperatura debe fluctuar entre 16 y 18 °C.
El corazón de los humidores reside en su capacidad para fusionar los aromas y aceites esenciales del Habano a través de una humedad constante. El reto está en mantener estas condiciones climáticas uniformes en todas las zonas del humidor, por lo que existen diferentes tamaños como armarios, algunos con cajones para más de 200 puros, otros de tamaño Corona con capacidad de hasta 75 puros y también humidores portátiles de viaje.
Es por eso, que la elección del material interior, con especial énfasis en el cedro español, emerge como un criterio fundamental. Este tipo de madera, tiene la capacidad para absorber y liberar humedad, además de que actúa como un aliado indispensable en la búsqueda de la estabilidad climática. Sin embargo, su obtención puede ser un desafío, siendo en ocasiones reemplazado por otras maderas tropicales o caoba.
Los humidores incorporan un pequeño ventilador que se activa en intervalos regulares dentro del humidor. Esta función mejora la distribución homogénea de la humedad, evitando fluctuaciones abruptas. En contraste, sin la presencia de humidificadores electrónicos, la circulación de aire en el humidor se limita a los momentos en que se abre la tapa.
Más allá de ser guardianes de la humedad, los humidores también actúan como protectores contra aromas externos, garantizando que los Habanos conserven su carácter único. La elección cuidadosa del humidor, con su sistema de humidificación y circulación de aire, se convierte así en una inversión para el aficionado serio.
Los humidores no solo son contenedores, sino cámaras del tiempo que encapsulan la esencia de Cuba, el arte del tabaco y la paciencia del aficionado. En cada bocanada, se revela la magia de un viaje a través del tiempo y del sabor, preservado meticulosamente en un humidor que va más allá de ser un simple accesorio, convirtiéndose en el guardián del placer fumado.
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